Las dos Españas. También en el vino hay pelea.
Si nos ponemos a buscar datos en internet o incluso si preguntamos a quien pueda tenerlos, la conclusión a la que llegaremos sobre cuál es la variedad de uva más cultivada en nuestro país es: “Hay debate”.
Son dos uvas las que se disputan este título: la Tempranillo y la Garnacha (aunque háganos caso, gana la tempranillo).
Teniendo en cuenta que la variedad de uva es uno de los principales factores que influyen sobre las características de un vino, no es de extrañar que España se encuentre divida no solo por las típicas divisiones regionales de toda la vida (y las políticas), sino también por el paladar de los habitantes que la conforman.
Así pues, nos encontramos con personas que adoran la variedad de uva tempranillo y detestan los vinos elaborados con la garnacha y viceversa: garnacheros convencidos que aborrecen los vinos que se crean a partir de la uva tempranillo.
No es baladí, ambas uvas nos ofrecen vinos muy diferentes una vez vinificadas, y aunque las dos variedades de uva están presentes en prácticamente todas las regiones vinícolas de España, es en ciertas regiones donde prolifera una y otras donde lo hace la otra. Conformando la identidad propia de dicha región.
No solo son dos variedades de uva antagónicas en cuanto a los sabores y aromas que ofrecen en la copa. Además es complicado verlas juntas en la misma botella trabajando simbióticamente para crear un vino entre las dos.
Tanto la Tempranillo como la Garnacha se embotellan orgullosamente en solitario como varietal (y podremos hablar de: el “vino” tempranillo y el “vino” garnacha), también son mezcladas con otras variedades de uva “minoritarias”(cada vez menos minoritarias) para resaltar y añadir características que por sí solas no podría ofrecer, pero como decíamos, rara vez las veremos colaborar a partes iguales para crear un vino distinto.
De hecho, pocos vinos con esta “raramente exótica” mezcla hay en el mercado y muchos menos son los que ha deleitado el paladar de aquellos osados que han decidido descorchar esa botella donde las dos Españas ni convivían ni colaboraban para nada.
Hay gloriosas excepciones y se mezclan más de lo que sospechamos pero casualmente nunca en igualdad de condiciones.
Puede que no estén destinados a mezclarse, sino que ambas uvas estén aquí para ofrecernos dos visiones completamente distintas del panorama vinícola del país, de su orografía, de su clima, de cómo cada una crece y madura de forma diferente a lo largo y ancho de España.
Dos variedades de uva que conviven, con sus luces y sus sombras, claros y oscuros. No hay forma de entender el vino español sin conocerlas a las dos, la gamberra garnacha y la seria tempranillo. Ambas son señas de identidad del vino de nuestra tierra.
Horola elabora dos vinos varietales con la Tempranillo y la Garnacha, donde ambas se muestran tal y como son, nacidas de la misma tierra, mojadas por la misma lluvia y bañadas por el mismo sol, dos vinos excelentes pero tan distintos uno del otro que nos harán amar a estas dos variedades de uva para cuando queramos ser serios o para cuando queramos ser más gamberros.